martes, 8 de julio de 2008

Así habló Zaratustra

-Andábamos por los veinte años, el sexo no estaba tan fácil como ahora, la tele tenía solo dos canales y no había Nintendos ni Wii. ¿Que hacíamos entonces?. Pues leíamos.

A veces leíamos a filósofos, en parte por gusto, en parte para explicarnos cual era la esencia de esa vida a la que ya nos íbamos a enfrentar sin la red paterna.

Además, los largos debates, eran otra forma más de relacionarnos entre algunos jóvenes para contrastar las interpretaciones de aquellos difíciles señores.

En el "Así habló Zaratustra" de Nietzsche había el pasaje sobre los parásitos que he copiado aquí abajo y que mayormente identificábamos con la iglesia.
Teníamos aquella frase : ¿Quien necesita que haya pecadores? -El que saca beneficio de ello-.

A los sacerdotes con el tiempo les han ido relevando en el concepto de parásitos de nuestros sudores, nuestras esperanzas, nuestras ideas, otros grupos humanos: Los psicólogos (cuando llegó la psicología), algunos políticos (hemos vivido momentos especialmente parasitados) y ahora que tenemos economia, porque no recuerdo que hace veinte años la hubiera, tenemos unos nuevos e inmensos parásitos.

He vuelto a leerlo detenidamente y puedo deciros que me resulta revelador. No sé si a alguien más.


¡Mirad ahí ese hombre que desfallece! Se halla tan sólo a un palmo de su meta, mas a causa de la fatiga se ha tendido ahí, obstinado, en el polvo: ¡ese valiente!

A causa de la fatiga bosteza del camino y de la tierra y de la meta y de sí mismo: no quiere dar un solo paso más, -¡ese valiente!.Ahora el sol arde sobre él, y los perros lamen su sudor, pero él yace ahí en su obstinación y prefiere desfallecer: -

- ¡desfallecer a un palmo de su meta! En verdad, tendréis que llevarlo agarrado por los cabellos incluso a su cielo, - ¡a ese héroe!

Es mejor que lo dejéis tirado ahí donde él se ha echado, para que le llegue el sueño, el consolador, con un chaparrón refrescante:

Dejadle yacer hasta que se despierte por sí mismo, - ¡hasta que se retracte por sí mismo de toda fatiga y de lo que en él mostraba fatiga!

Sólo, hermanos míos, ahuyentad de él a los perros, a los hipócritas perezosos y a todo el enjambre de sabandijas: -

- a todo el enjambre de sabandijas de los «cultos», que con el sudor de todo héroe - ¡se regalan! -

Yo trazo en torno a mí círculos y fronteras sagradas; cada vez es menor el número de quienes conmigo suben hacia montañas cada vez más altas, - yo construyo una cordillera con montañas más santas cada vez. -

Pero adondequiera que conmigo subáis, oh hermanos míos: ¡cuidad de que no suba con vosotros un parásito!.

PARASITO

Parásito: es un gusano, un gusano que se arrastra, que se doblega, que quiere engordar a costa de vuestros rincones enfermos y heridos.

Y su arte consiste en esto, en adivinar cuál es en las almas ascendentes el lugar en que están cansadas: en vuestro disgusto y en vuestro mal humor, en vuestro delicado pudor construye el parásito su nauseabundo nido.

En el lugar en que el fuerte es débil, y el noble, demasiado benigno, - allí dentro construyó él su nauseabundo nido: el parásito habita allí donde el grande tiene pequeños rincones heridos.

¿Cuál es la especie más alta de todo ser, y cuál la más baja? El parásito es la especie más baja; pero quien forma parte de la especie más alta, ése alimenta a la mayor parte de los parásitos.

El alma, en efecto, que posee la escala más larga y que más profundo puede descender: ¿cómo no iban a asentarse en ella la mayor parte de los parásitos? -

- el alma más vasta, la que más lejos puede correr y errar y vagar dentro de sí; la más necesaria, que por placer se precipita en el azar: -

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